domingo, 18 de mayo de 2014

YO ESTUVE ALLI

 

Saludos.

Han pasado las horas suficientes para haber somatizado la Tercera Copa de la Liga Europea y puede ser un buen momento para poner en letras lo vivido en el Piamonte. Parte, lógicamente, aunque espero que la condensación necesaria no afecte a la idea global.

Vamos a ello.

Por razones que no vienen al caso (tampoco pretendo provocar lástima ni compasión), el destino me tuvo apartado de mi Sevilla mucho más tiempo del deseado. Las cosas son como son y te vienen dadas. No elegimos nuestro sino, ni nuestros colores, ni nuestras pasiones porque todo eso se trae de fábrica (me maceraron en barrica biológica nueve meses hasta darme el tono justo) y es la equipación básica aunque yo podría decir que, para mí, de la gama alta, altísima, superior. No acepto discusiones al respecto o busco comparaciones. Por debajo.

Y no faltaría a la verdad, a mi verdad ni a la de quien me hizo Sevillista en el entrópico trueque de genes y glóbulos. Blancos y rojos, dicho sea de paso y casualmente.

Me perdí la dos anteriores. Las viví en la distancia cuadrada de la televisión aunque, como todo buen palangana (no hay sevillista malo, apostillo, aunque alguno dé que pensar y presente muestras significativas que nos hagan dudar un par de segundos), vibré casi como si hubiera estado allí (en Eindhoven y en Glasgow), echando TODO por los nuestros.

Y todo es TODO. Y vibré CASI como si hubiese estado allí.

Todo sin reservas. Todo sin cicatería, sin tacañerías, sin mezquindades. Todo es corazón, garganta, mente, sentimiento, sangre, sudor y lágrimas (thanks Mr. Winston) de felicidad, de plenitud, de euforia sin contener (que es la mejor de las euforias porque no se prodigan) porque no te da la gana de contenerte en nada.

Si. El destino que me puso demasiados impedimentos con una mano, me regaló, con la otra, la experiencia vital de ver al Sevilla más Grande de toda su más que centenaria Historia.

Y ése mismo Destino que te mira de vez en cuando, o que no, o de soslayo, o de reojo, o directo al fondo de tus pupilas, ahora sí. Ahora me deja participar de la FIESTA y ahora, tantos años después, estuve allí, en Turín, para acompañar a esos miles de hermanos (aquí y allí) y traernos nuestra Copa.

Nuestra tercera Copa.

TRES COPAS-COLOR

Tres finales europeas, tres copas.

Fue una jornada maratoniana, agotadora, de una intensidad jamás vivida y como nunca antes. Pero muchas como esta. Todas las que lleguen y que llegarán sin dudas.

Horas, muchas horas de respirar en sevillista, con sevillistas en tierra ajena. Y me hice incondicional de Turín y de aquellos turineses, todos, que me trataron con cariño, respeto y amabilidad porque, hay que reconocerlo, estaban con nosotros por razones obvias. De los que me tenían reservada birra Peroni (Nastro Azzurro, Cinta Azul) fría, grande y deliciosa y ése trozo cuadrado de pizza caliente y sabrosa junto a decenas de benfiquistas en la Piazza Castello, con mis amigos en el Escudo (Doron un abrazo, compañero, porque sabes ser grande persona aunque tu Equipo fuera el Otro)… ¡Grazie Mille!.

[Una salvedad para el tipo que trató de birlarme la cartera en el tranvía, hábil el mozo (aunque gracias a mi ya larga experiencia viajera he aprendido a moverme con todos los sentidos despiertos), porque me habría hecho un descosido tremendo. Me hubiera dejado sin documentación, sin tarjetas, sin dinero…y sin mi entrada para la Final. Si hubiese logrado eso último, lo mato directamente, públicamente, sin juicio previo. Ejecución sumaria]

Muito Obrigado a los benfiquistas porque dieron ejemplo (solo algún caso muy, muy aislado y en la persona de un compañero de trabajo con lesiones de importancia), de saber estar, de animación y de respeto. Nunca tuve el menor sobresalto a pesar de que me hice un largo recorrido por la ciudad hasta llegar a los I Giardini Reali (sede de concentración palangana), cruzándome con ellos continuamente y mostrando mi Escudo.

Allí, en I Giardini Reali (muy mal elegido el sitio aunque bonito, a pesar de todo, pero sin las infraestructuras necesarias), me reuní con los componentes del gorivolumen (D. Cornelio dixit), Carlos, José Ángel, José Luis, Doron, Joaquín y Fernando (Manuel anduvo en otras partes pero igual le envío un abrazo). Y estuvieron José María y Álvaro y luego, junto al Estadio, Ernesto y familia…abrazos, abrazos sevillistas, pasión. Las mejores vibraciones, como no podía ser de otra forma.

Antes de comenzar, sentado junto a Carlos, bocata de la reserva original, pan algo espeso pero comible y absorbiendo momentos, imágenes (el Estadio de la Juventus es precioso y escenario perfecto para ganar copas), sensaciones, deseos… guardando en la memoria ésos instantes mágicos que me alimentarán hasta la muerte.

No relataré la intensidad del partido, ni los momentos duros de temor, ni lo largos que eran los minutos que, sin embargo, pasaron volando hasta llegar a los momentos decisivos, a los penaltis, a donde el fiel de la balanza se inclina sin solución.

Y allí, muy cerquita (casi que se podía oler a los jugadores), vi a Bacca, a M’Bia, a Coke y Kevin fusilar y lograrlo, con cuatro penaltis magistrales, directos y sin concesiones, con la certeza y la seguridad de los Campeones, de los que saben lo que quieren y lo hacen, de los ejecutores. Gracias.

Y vi a Beto, al discutido Beto. Al Beto de las palomitas, al de fallos increíbles que, sin embargo, domina la tensión y hace, otra vez, paradas inverosímiles. Beto es portugués y jugábamos contra el Benfica.

Gracias, Beto, por tu compromiso, tu profesionalidad y tu sevillismo.

Y a todos, desde el primero al último por darme momentos así. Gracias.

[Lean esto para conocer una odisea gloriosa y esto para una crónica excelente. Son mejores formas que la mía de contar aquello]

Tras el gol de Kevin… la explosión en Turín y en Sevilla  porque hasta allí llegaron las gargantas hispalenses, unidas a las nuestras en la sinfonía universal del y es por eso que hoy vengo a verte.

Abrazos, abrazos, abrazos, abrazos.

Campeones.

TRES copas.

Y en un flash, en instantes, pasan por mi mente mi madre saltando en el Tercer Anillo junto a mi padre (que hubiera disfrutado también a pesar de todo y mi hermano mayor), mis otros muchos hermanos (todos irremediablemente palanganas) Maru, Ángel, Marga, Rosa, Carlos, Luis, Álvaro y Conchi.

Y me acordé de mis amigos todos (sevillistas y béticos) que disfrutaban, cada uno es su justa medida, del enorme triunfo. De Juan Luis, de Antonio, de Rafa, de otro Rafa, de Javier, del Papi, de Mayte, de Santi, de… los que lograron la Tercera Copa Europea desde aquí porque los escuchamos desde allí.

Gracias, amigos verdes, amigos de verdad, que me felicitaron sinceramente. Volved pronto, por favor.

No quiero mencionar a esos otros y no lo haré. Suerte.

De regreso… alguien me despierta de mi sueño de felicidad con un “killo, que hemos llegado a Sevilla”.

Y todos mi besos para mi Carmen, la que me soporta, la que me apoya, la que me llama para ver si he llegado bien, la que es imposible escuchar en el Juventus Stadium felicitándome por el TRIUNFO, creo, porque el paradisíaco estruendo hace imposible la comunicación.

Estaba muerto al tomar el avión, pero ¡qué muerte tan dulce!.

Con permiso de mi querido amigo Nacho Mateos, solo dejo esto:

TITULOS NACHO MATEOS

Cuidaros.

CUM PILA SEVILLA MDCCCXC

P.D. Gracias a Marta, a Carlos y a Carlos sin los cuales hubiera sido imposible vivir éstos momentos. GRACIAS.

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