domingo, 23 de diciembre de 2012

A GÜEVO

 

Saludos.

Nunca me gustaron los insultos en el campo a otras aficiones y en el mío menos que en ninguno. Nunca porque pienso que debemos mostrar categoría incluso en la forma de animar y porque a los campos asisten muchísimo niños, menores, que mimetizan comportamientos pocos edificantes. Lo he comentado muchas veces y lo repetiré cuantas sean necesarias ya que donde parece que fuese solo una distracción, un divertimento coreado por unos cuantos o por miles, subyacen en modo latente odios, envidias, revanchas, mofas… (a veces todas juntas) y porque es una forma muy visible de generar violencia sin sentido. Recordemos que la violencia tiene puntualmente limitadas sus justificaciones.

Ayer, en el Estadio Benito Villamarín, se pudo vivir un episodio muy significativo de ésa violencia gratuita y las consecuencias que produjo.

Joaquín Caparrós es sevillista, lo ha sido siempre y nunca lo ha ocultado. Siente por su Club la pasión propia que, independientemente donde trabaje, lleva en su ánimo, en su corazón y así lo manifiesta apenas se le pregunte.

Es un entrenador profesional desde hace muchos años y es, además, serio y responsable. Y bueno. Es bueno porque ha sabido granjearse el respeto generalizado por su trabajo y por los resultados que ha logrado extraer en los clubes que ha entrenado.

Quizás, es una opinión muy particular de quien suscribe, nunca ha tenido la oportunidad de mostrar todo su potencial como técnico gestionando una plantilla de primerísimo nivel.

[Nota.- En la visita que como miembros del Área de Historia del Sevilla F.C. realizamos el pasado verano al Museo del Ath. de Bilbao en San Mamés, la persona que lo gestiona y que nos atendió maravillosamente, nos comentaba que en la capital bilbaína guardan un cariñoso y profundo respeto a “Jokin”. Imagino que si se consultara en otros clubes (por ejemplo Huelva, Villarreal o La Coruña) la sensación debe ser la misma. Y qué no decir del Sevilla F.C.]

Pues ayer ocurrió que ante la reiteración de insultos por una parte de la grada bética, Joaquín respondió mostrando la mano abierta, los cinco dedos, la manita. Luego, en rueda de prensa, volvería a mostrarla.

Era, como saben, una alusión directa al reciente triunfo (jornada 12) del Sevilla F.C. sobre el Real Betis por cinco a uno.

Han saltado las alarmas, como era de esperar, y Joaquín anda por las portadas de casi todos los medios nacionales por su “afrenta” al beticismo.

Veamos: un parte de los hinchas del Villamarín le “obsequian” con toda clase de improperios y con insistencia y machaconería. Es “normal” y lo vemos cada partido en casi todos los estadios, desgraciadamente. En algunos, además, llegan a extremos sangrantes ante la inhibición y la permisividad de quien debe evitar ésas cosas y que, significativamente, no se permiten en otros campos.

Se espera de todos los profesionales (del fútbol en éste caso) un comportamiento correcto, un poco ajenos al entorno y distante de influencias que solo hagan entorpecer su trabajo. Sin embargo, no podemos obviar el componente humano que quieran o no, portan como humanos que son.

Así, lejos de responder con equivalencia (otro insulto), se limita a recordar con un gesto muy elocuente, la humillante derrota ante sus eternos rivales (que es, seguramente, mucho más doloroso que los gritos ofensivos) y eso desata todas las iras. La de los propios y la de los extraños (incomprensiblemente éstos últimos, o no).

Si nos damos una vuelta por ésos medios en el día de hoy, veremos titulares varios y desde dos perspectivas mayoritariamente: Hay quienes, en su habitual línea de fomentar de mala manera la rivalidad local (mientras peleen entre ellos…), destacan a Joaquín pero minimizan la provocación previa y quienes enfatizan el ademán de Joaquín y obvian todo lo demás.

Los primeros obedecen a intereses espurios y antiguos, reiterativos, rancios y conocidos.

Los segundos, por el contrario, desvelan nítidamente los intereses particulares de los autores de los mismos. Algunos demasiado a las claras.

Todos ellos, sin embargo, bajo la increíble denominación de la “objetividad” periodística. Éstos “notarios de la actualidad” no logran ocultar sus anhelos internos, sus pasiones individuales que explotan, sin tapujos, amparados en la facultad que tienen de que sus opiniones lleguen a muchos, a miles.

Por tanto, Joaquín es reo de provocación a la respetable afición bética.

Parte de la grada bética, a su vez, comete un delito tipificado en la Ley del Deporte pero son las víctimas del desaguisado….

Doña Rogelia diría: “me lo explique”.

Y dicho todo lo cual, resulta sorprendente que en sabiendo que el hecho se podía producir, que apenas dos minutos de reflexión hubieran dado como resultado la certeza de que provocar a un sevillista te podría deparar ése recuerdo doloroso, choca la torpeza de ésa parte de la afición bética.

Dicho de otra forma, se lo pusieron a güevo.

Cuidaros.

P.D. Hoy, por razones obvias, no cuelgo ninguna imagen.

1 comentario:

EL PAPI MAGASE dijo...

El lado humano hermano es complicado muchas veces guardarselo,ayer a don joaquín como bien explicas,se lo puesieron a Güevo y ya se sabe cuando la sangre sevillista hierve,la elegancia y la buena educación no están reñidas con la profesionalidad de nadie,hay guerras por cierto que empezaron por mucho menos,pero no es menos cierto que actualmente hay otras cosas mas sangrantes para querer crucificar a un sevillista por saludar con la mano abierta,yo lo hago habitualmente,me sale mecánico y de verdad te juro y tú que me conoces,es algo que me sale por propio reflejo y sin forzarlo por mi parte,un abrazo muy fuerte hermano.