viernes, 23 de mayo de 2008

FANATISMO




Saludos.

Os pego unas definiciones de "fanatismo" extraídas de la Wikipedia. Están descritas en lenguaje sencillo y fácil de entender.

Al final, os daré mis conclusiones:



El fanatismo es la pasión exacerbada e irracional hacia algo, sin que el fanático o el grupo de fanáticos toleren su cuestionamiento o estudio del mismo.

Existen varios tipos de fanatismo, y se producen debido a la afinidad con una persona, religión, ideología, deporte o pasatiempo, entre otros tópicos.

Ejemplos de fanatismo se han dado en el terreno religioso con la defensa de dogmas, o la defensa de libros sagrados o de dioses, o defendiendo un punto de vista racional o irracional específico.

Los religiosos afirman que, la diferencia entre religioso y fanático reside en el hecho de que el religioso ve a la religion como un medio para creer o conocer alguna deidad, mientras que el fanático ve a la religión como dios, y la trata como incuestionable. Esto explicaría el hecho de que, por ejemplo, existan fanáticos religiosos cristianos o judíos que matan aún cuando su propio libro sagrado da mandamientos de «No matarás» y «Ama a tu prójimo». En el islam sucede algo diferente: su libro sagrado, el Corán, da mandamiento de matar al que no pertenezca a la religión musulmana.

Algunos sostienen que el fanatismo es considerado un principio lógico de la ignorancia. Sin embargo, el fanatismo puede referirse a cualquier creencia afín con una persona. En casos extremos en los cuales el fanatismo supere la racionalidad, puede llegar a grados peligrosos, como matar a un ser humano o encarcelar a los mismos, puede incluir como síntomas el deseo incondicional de imponer una creencia razonable, para el fanático o para un grupo de los mismos.

La palabra fanático viene del sustantivo fanum que significa templo, por tanto, fanático quería decir perteneciente al templo y hubo un tiempo en que llegó a significar protector del templo.

Después, adquirió el sentido de intemperancia desmedida en la defensa de la religión. Así pues, la noción de fanatismo se relaciona con la religión en un principio, como se ha dicho. Pero el término abarca en realidad un campo semántico mayor. De manera global, podemos definirlo, siguiendo a la profesora Adela Cortina como "aquel tipo de persona que inmuniza sus convicciones (...) frente a la crítica racional" (CORTINA, A. La ética de la sociedad civil. Madrid: Anaya 1994, pg. 84).

Desde un punto de vista psicológico, lo propio del fanatismo es el ansia de seguridad total de quienes, en el fondo, se sienten existencialmente inseguros. En este sentido lo interpretan algunos psicólogos. Por ejemplo, para Adler, el fanatismo es una compensación de un sentimiento de inferioridad que niega la razón al otro. Siguiendo esta línea psicologicista, Freud, en El malestar de la cultura, afirma que el hombre se encuentra escindido entre dos tendencias contrarias: el ansia de felicidad y el ansia de seguridad. Nuestra conciencia de individuos es la causa de que nos sintamos solitarios, así como la corporalidad es la fuente de males como las enfermedades. Por eso, para buscar la felicidad puede imponerse la exigencia de abolir ambas facetas.

La conciencia de la individualidad se suprime mediante la atenuación de la conciencia del yo, por una parte, y mediante la acentuación del sentimiento de pertenencia a lo otro. Para lo primero sirve el alcohol y otras drogas, el éxtasis sexual, etc. Para lo segundo se procede a la adhesión incondicional a sectas y facciones totalitarias políticas o religiosas, la entrega a un líder o a un amante posesivo. La conciencia corporal se disminuye mediante la reducción de las vivencias corporales y la desvalorización del mundo en donde la vida corporal se desarrolla.

También Erich Fromm, a lo largo de su prolífica obra, estudió el fanatismo e intentó explicarlo aunando psicología y sociología. Su enfoque se resume en el conocido título de su libro El miedo a la libertad, según el cual, todo fanatismo es un intento regresivo de escapar del surgimiento del individuo y la libertad, debido al miedo que ello causa. El miedo se da ante la angustiosa sensación de separatidad y aislamiento (soledad) al crecer, que no se resuelve de una manera sana estableciendo vínculos afectivos horizontales con los demás. Se trata, en suma, de la incapacidad de amar.

Desde el punto de vista epistemológico, el fanático, curiosamente, se parece a su contrario el relativista, en la medida en que para ambos no cabe el debate o la búsqueda común de la verdad.

El fanático cree poseer la verdad de manera tajante. Afirma tener todas las respuestas y, en consecuencia, no necesita seguir buscando a través del cuestionamiento de las propias ideas que representa la crítica del otro.

El fanático, pues, se caracteriza por su espíritu maniqueo y por ser un gran enemigo de la libertad. Los lugares donde impera el fanatismo son terrenos donde es difícil que prospere el conocimiento y donde se parece detenerse el curso fluyente de la vida. Un mundo, en definitiva, contrario a la mudable naturaleza humana que en ocasiones se diría anhela la muerte. De hecho, para Albert Camus en El hombre rebelde, es una suerte de nihilismo destructivo más.

El precio a pagar por la cristalización del pensamiento engendrada por el fanatismo resulta caro. El alejamiento de la verdad es una de ellas, porque para profundizar en el conocimiento debemos estar abiertos al descubrimiento de la parte de verdad presente en los demás, desde una humildad intelectual de corte socrático, con una actitud dogmática resulta difícil llegar muy lejos intelectualmente.

Pero existe otra desventaja que tal vez resulte más contundente que la epistemológica: que el fanatismo siempre ha conducido a guerras y a graves desastres. Tras numerosas masacres, conflictos bélicos, limpiezas étnicas e injusticias se halla la intolerancia de muchos fanáticos. Esto han coincidido en señalarlo todos los defensores de la tolerancia. El fanatismo es el culpable de esos males, que podrían evitarse con la universalización de un talante fraternal que aceptara las diferencias.

En síntesis, los rasgos que caracterizan al fanatismo son los siguientes:

Dogmatismo: Fe en una serie de verdades que no se cuestionan ni razonan y cuya justificación lo es por su propia naturaleza o con relación a alguna autoridad.

Carencia de espíritu crítico: No se admite la libre discusión acerca de las propias verdades, ni su crítica racional.

Maniqueísmo: No se admiten los detalles. Las diferencias son consideradas de manera radical. Además, la diversidad humana suele encerrarse en dos categorías (buenos y malos, p. ej.)

Autoritarismo: Afán de imponer la creencia y de forzar que todo el mundo se adscriba a la misma.

Odio a la diferencia: Desprecio y rechazo de lo que escapa a unos determinados moldes y etiquetas.

Se trata, en suma, de la incapacidad para admitir el mundo en su diversidad y para aprender de los OTROS. Una sociedad fanática se encuentra anclada en un tiempo y en una forma fija de ver las cosas. Se opone al movimiento que conduce a la verdad y por tanto, no existe en ella apenas cambios. No hay posibilidad para el ingenio humano, para el normal desarrollo de la vida, para el re-descubrimiento continuo del mundo y el ser humano.

En una sociedad fanática no caben otros pueblos ni la diversidad de ningún tipo, siendo mortalmente excluyente. Por eso, en ella prospera la xenofobia y el racismo. No admite la diferencia en su seno ni enriquecerse con nuevos puntos de vista. Se encierra en sí misma y no avanza.

También se habla de fanatismo al referirse a los fans de estilos musicales, o equipos deportivos, en los que también se dan en muchos casos situaciones de agresividad en la defensa de unos "colores" o de una "nación", no siendo esto último algo necesario, ya que los fans son simplemente admiradores, entusiastas, o seguidores de algo.


Como habréis leído, llamarle a uno "fanático" resulta casi un insulto (quizás sin el "casi"). Por tanto, vamos a intentar que nuestra pasión por el Sevilla no se convierta en el fanatismo peyorativo descrito.

Pasión, devoción, arrobamiento... llamémosle como queramos, pero que nadie diga que somos fanáticos del Sevilla.

Y aún así ¡Viva el Sevilla!

Cuidaros.

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